martes, 6 de enero de 2015

Marruecos me gusta!

Marruecos, al otro lado del Estrecho.



Tánger, Gran Zoco
Por eso, quería un fin y un principio de año diferentes, hacer una celebración diferente en algún lugar exótico y cercano para pasar unos días en buena compañia y descubrir nuevos ambientes.
Patio de tiendas en la Medina






Medina, Tánger
Mi ciudad favorita para una escapada corta es Tánger, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. A sólo una hora de vuelo desde Madrid te sumerges en una cultura tan distinta y en un ambiente tan exótico lleno de olores, colores, gentes y sensaciones nuevas que se convierte en un lujo para los sentidos. Los cafés en el puerto, las maravillosas playas de los alrededores, la Medina, la Kasbah, el paseo marítimo, las luces al atardecer y el sonido de las mezquitas llenan por completo los sentidos y puedes respirar la diferencia cultural, el ritmo de un estilo de vida trepidante y antiguo que mezcla tradición y modernidad de una forma asombrosa.

Tánger, Medina



Poder contemplar la costa de España desde Africa nos proporciona un disfrute y un embelesamiento casi mágico, casi como contemplar recuerdos o como verte al otro lado del espejo. Y a veces me hace pensar al verlo ahí tan cerca, y cuando el mar está en calma, que no me extraña que los africanos sueñen que pueden llegar casi nadando a las costas europeas, se ve tan cerca como una promesa cumplida, como algo que puedes alcanzar con la mano.



Llegamos a Tánger a las tres de la tarde del día 31 de Diciembre. Una hora perfecta para llegar a nuestro alojamiento en un Riad dentro de la Medina de Tánger. El taxi desde el aeropuerto hasta el centro sólo tarda unos 20 minutos y cuesta 15 Euros. 150 Dirham.

La experiencia de alojarnos dentro de la Medina al principio me asustaba un poco, por si volvíamos por la noche tarde y nos perdíamos en ese laberinto de calles estrechas y oscuras, algunas sin salida y de plazas y tiendas que aparecen y desaparecen repentinamente y que cuesta recordar. Pero en seguida nos aclimatamos y nos convertimos en unos vecinos más, que iban y venían varias veces al día y todo el mundo  nos conoce y nos saluda.

Nos alojamos en el Riad Arous Chamel  donde nos espera un antiquísimo edificio lleno de antigüedades en torno al patio central. Es un edificio de tres plantas y azotea en una estrechísima calle con unas 10 habitaciones decoradas en antiguo estilo bereber.

Y nuestra cena de Nochevieja es una cena, un típico couscous que nos cocina Jadiyah y que regamos con champán en una de las salas del hotel magníficamente decorada.

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