martes, 7 de febrero de 2017

Praga me gusta!

La primera vez que visité Praga aún era una ciudad tras el telón de acero soviético.
 Aquélla Europa dividida entre capitalismo y comunismo de la que apenas nos acordamos.
Nuestra impresión fué de flechazo, la atmósfera de romanticismo de la antigua capital de Bohemia, con sus maravillosos edificios, sus plazas, sus calles, los puentes sobre el Moldava contrastaban con la frialdad del otoño y de la economía. De las casas salía el humo de las chimeneas de cerámica y notas musicales de pianistas o violinistas practicando sus melodías.

Y ahora vuelvo para enamorarme de nuevo de la belleza de esta ciudad, de sus rincones, de sus calles y sus edificios. De sus plazas y de su rio, el Moldava.

En Praga se encuentra la residencia palacio más grande del mundo que llevó más de mil años de construcción, donde residieron gobernantes, reyes, grandes familias, déspotas y tiranos.

En Praga se encuentra la residencia palacio más grande del mundo que llevó más de mil años de construcción, donde residieron gobernantes, reyes, grandes familias, déspotas y tiranos.

La ciudad de Kafka, de San Juan Nepomuceno, el callejón del Oro, el puente de Carlos, el barrio renacentista de Mala Strana, cada uno de sus rincones nos dirige al disfrute de su belleza. Praga se ha convertido en una ciudad vibrante y cosmopolita, moderna y actual, ha dejado atrás el pasado soviético y mira hacia el futuro convertida en una preciosa ciudad que seduce a los visitantes.


Desde la preciosa vieja estación de tren Wilsonova nos acercamos a la torre de la Pólvora, una de las torres de la ciudad que se dejaron en pie tras las obras de ensanche de la ciudad para desde ahí ir en busca de la Plaza de la Ciudad Vieja, con el bonito reloj astronómico que no sólo marca las horas, sino las estaciones del año, los meses y es capaz de señalar el tiempo entre el amanecer y el atardecer en un sistema dividido en doce "horas".



Este sistema se encuentra en la distancia que hay entre el Sol y el centro de la esfera. La medición varía según el tiempo del año porque los días no son doce horas de luz y doce de noche. En verano los primeros son más largos mientras que en invierno ocurre al contrario.
En tercer lugar, en el borde exterior del reloj, tenemos los números escritos con la tipografía Schwabacher en color dorado y son responsables de indicar las horas como se hacía en Bohemia y empieza a marcar a la 1 del anochecer. Los anillos se van moviendo a lo largo del año para que coincidan con el tiempo solar.


Luego tenemos el anillo zodiacal que se encarga de indicar la localización del sol en la eclíptica, la línea curva por donde se "desplaza" la Tierra alrededor del Sol. Una joya puesta construída por Jan Ruze en 1410 con una historia fascinante. Fascinante como Praga.